Castigo
a la libertad
Pedro Ferriz de Con
@PedroFerriz
Es difícil
hacer un pronóstico que ubique hasta donde llegará este gobierno a inhibir,
atacar, reprimir, descalificar, inscribir en la lista negra, atentar a la
posición profesional, calumniar, censurar, insultar y hasta amenazar a la
integridad personal de quienes tengan un punto de vista diferente a la versión
oficial de la realidad que impacta al México moderno.
Se pueden
citar muchos casos, algunos verdaderamente dramáticos de la situación por la
que está pasando nuestra atesorada “libre expresión”.
Comunicadores
perseguidos, cesados, hostilizados, desprestigiados, intimidados, desaparecidos
y hasta muertos se suman a una lista ignominiosa a la vez que inexplicable de
nuestro tiempo.
Muchos
académicos, periodistas, activistas políticos y sociales y un creciente número
de ciudadanos, tenemos una enorme fe en el poder de la verdad en la
comunicación de nuestra historia cotidiana, donde las redes sociales se han
convertido en el nuevo escaparate de la crítica valiente y foro de denuncia de
todo lo que ofende a la colectividad, por deshonesto, impune, injusto, torpe, incapaz
o simplemente inconveniente de la suma de hechos cotidianos.
Estas redes
se han convertido en un muro de lamentos que opera como válvula de escape a la
frustración. Saber que las vías digitales no son medios concesionados ni
limitados por nada ni nadie, resulta un bálsamo para una sociedad moderna que
sabe que tiene ese recurso, intocable e inalcanzable de una autoridad
potencialmente represora. En este mundo global, saber que existe internet como
foro de la libertad es garantía de un mundo abierto, libre de todo prejuicio
que potencialmente atente a cualquier parámetro limitante o represor.
La semana
pasada, sentimos todos la puñalada infringida en el Senado por Omar Fayad, que
lanza -por segunda vez en el sexenio- una iniciativa que pretende regular,
observar, calificar, limitar y sancionar mensajes en Facebook, Twitter,
Periscope y toda red social que pretenda denostar el “buen prestigio de
personas”, se hará acreedor a penas que van desde 6 meses hasta 15 años de
prisión.
Pero esto
no queda ahí.
A todo
aquel que dolosamente destruya, inutilice, dañe o realice cualquier acto que
altere el funcionamiento de un sistema informático o alguno de sus componentes,
se le impondrá una sanción de cinco a quince años de prisión y multa de hasta
mil días de salario mínimo vigente. La redacción no aclara si es porque se le
caiga mi LAP TOP y la destruya.
La
#LeyFayad crea, en el artículo 3, fracción XX, el término “Terrorismo
Informático” para sancionar “el uso de tecnologías de la información,
comunicación e Internet con fines terroristas”. Dentro de los fines terroristas
se señala “la difusión de información con el objetivo de causar pánico y
desestabilización de la paz pública”.
Difundir
información que “desestabilice la paz pública” te convertiría en un terrorista.
Así que darle retweet a notas sobre la Casa Blanca, Ayotzinapa, Tlatlaya, la
otra casa de Videgaray podría ser interpretado como un intento de
desestabilización lo que sería causal para pasar de 15 a 28 años en prisión.
La
pretendida ley no tiene desperdicio… por ejemplo: A quien, a través de medios
informáticos, acose, hostigue, intimide, agreda o profiera cualquier forma de
maltrato físico, verbal o psicológico en contra de usuarios de Internet de
forma reiterada y sistemática, se le impondrá una pena de seis meses a dos años
de prisión y multa de cincuenta a ochenta días de salario mínimo vigente.
En otras
palabras, cualquier usuario que arrobe un “Osorio Chong es un inútil porque no
aclara el misterio de los desaparecidos de Ayotzinapa”, podrá prepararse para
una prolongada estancia en la cárcel.
La lista de
limitaciones llega a la indolencia.
Sería
delito para un periodista publicar un documento, fotografía, audio o revelar
cualquier información privada de personas, aunque revele un acto de corrupción,
una violación a derechos humanos o sea de interés público, si no tiene su
consentimiento.
Ya para
rematar, baste decir que la Ley Fayad busca crear una burocracia de “policías
cibernéticos” con facultades de vigilar la red y obtener información personal
de cualquier usuario. Entiéndase; se pretende oficializar el espionaje.
Ignoro
hasta donde pueda avanzar a ser ley este cúmulo de ideas. De entrada todo ello
resulta insultante a la libertad, que por definición es la NO regulación de la
expresión.
Este régimen
está tocando los linderos de lo tolerable.
Pensemos
que lo propuesto por Omar Fayad con remitente de los Pinos, será letra muerta
luego de ser discutida, más si se llega a aprobar, que no haya quejas de los
gobernantes por la consecuente reacción de ciudadanos que han llegado al
límite.
Este
régimen ya acabó con la credibilidad de la televisión y la radio. La mayoría de
los periódicos y revistas son solo papel con tinta. No contento, quiere ir a la
caza de los medios digitales hasta controlar todo, haciendo presa a la
conciencia.
#UnidosPorLaVerdad
#revoluciondelintelecto
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