Comillas para Peña Nieto
Pedro Ferriz de Con
Hay muchas
definiciones del tiempo.
Propongo
esta: “El tiempo es un espacio que permite hacer el bien”.
Una rara
dimensión que la vida nos enseña a aprovechar… y en caso de no aprender su
sentido, a desperdiciar, hasta que se nos acaba.
Todos
tenemos un espacio de tiempo asignado en nuestras vidas para hacer de él lo que
nos plazca. Ha habido hombres y mujeres en la historia que lo han sabido
encauzar a cabalidad e infinidad que no. Todo acaba siendo una suma de acciones
en las que la voluntad, la fe, el sacrificio y la trascendencia, luchan contra
la pereza, la ignorancia, el placer y el egoísmo.
Es un día
importante para el país, ya que se cumplen 3 años del gobierno de Enrique Peña
Nieto. La mitad de su sexenio y el punto máximo de una curva de seis años,
marcada por los primeros tres de ascenso hasta la cima y los segundos tres de
descenso hasta el final.
No hay en
ello nada nuevo. Es un sexenio igual a los anteriores y seguramente a los que
vengan.
El
Presidente tiene en su individualidad ciertos pensamientos que procesar. No lo
sé porque lo hayamos dialogado, pero lo intuyo por su sentido humano.
Cualquiera con conciencia lo haría.
“Hasta
ahora, ¿he hecho lo correcto?”
“¿He
buscado a los mejores para gobernar o solo a mis amigos?”
“¿Tengo
cosas de qué arrepentirme?”
“Si me he
equivocado… ¿He tenido humildad para corregir?”
“¿Han sido
los pobres y desvalidos, el centro de mis afanes?”
“¿He sido
justo?”
“En el
curso de mi carrera, que ha pesado más ¿mi ambición o mi trascendencia?”
“¿He
administrado los bienes de mi patria con la responsabilidad de un padre en su
hogar?”
“Sé que
domina la corrupción.
¿Haré lo
que sea para reparar mi imagen?”
“¿Debo
obligar a mis colaboradores a regresar el prestigio perdido?”
“La
justicia. El marco económico, político y social y hasta la misma recaudación
las hemos vuelto intransigentes y hasta crueles. Innumerables son los casos de
cierre de actividades por la presión del gobierno. No hay diálogo, solo
imposición. Aumenta la pobreza. También la concentración de riqueza.
El rencor
se acumula. El nivel de inconformidad es ya peligroso. Lo veo en las redes
sociales, donde no soy juzgado con aprecio.”
“La
sociedad cuenta el tiempo que me queda en el poder a manera de pena o consuelo.
Urgen mi salida. Luego de haber sido aclamado antes de mi mandato, ahora me ven
de otra manera distante del principio.”
El hecho es
que encima del Presidente o ciudadanos. Colaboradores o detractores.
Situaciones incomodas o esperanzadoras, está el imprescindible diagnóstico para
un país.
“¿Dónde
está México?”
“¿Cómo
retomar el camino?”
“¿Qué debo
hacer en mi segundo tramo al pie del timón para pasar a la historia en la
virtud y no en la pena de haber gobernado?”
“Aún hay
tiempo para replantear.”
“No soy
dueño de la verdad, aunque puedo encabezar su búsqueda.”
“No soy el
fiel de la balanza, aunque insistiré con afán la justicia.”
“Ejerceré
el poder sin privilegios y con sabiduría.”
“Nunca más
atentaré contra la libertad. Libertad de pensamiento. Expresión libre para un
país de libertades.”
“Hoy estoy
a la mitad de mi mandato.”
“Comienza
mi segunda oportunidad.”
“Quiero
pasar a la historia como un presidente querido, respetado y sensible.”
“Estoy
dispuesto a todo por México.”
“Haré a un
lado la adulación y empezaré a escuchar la crítica.”
“Dejo en mi
primera mitad rencores y revanchas.”
“Coincidiré
en todo lo que convenga a México.”
“Dedicaré
mis días para regresar el ánimo de mi pueblo entristecido y resignado.”
“Lucharé
hasta el extremo de mi fuerza en la pasión de recuperar el tiempo perdido.”
Son sólo
conceptos que pensamos, han de ocupar la mente del presidente.
Nadie con
poder estará exento del juicio de la historia.
Nunca se ha
dado el caso.
El tiempo
es un raro espacio infinito, que se acaba más de prisa de lo que se piensa.
Le quedan
tres años. Tres suspiros dignos de corregir el rumbo.
@PedroFerriz
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#revoluciondelintelecto
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