Pedro Ferriz de Con
@PedroFerriz
No hay
pobres argentinos, mexicanos o europeos. No hay pobres chinos, norteamericanos
o canadienses. La pobreza es una sola. Es la “nación de los pobres” la que
crece peligrosamente en este tiempo que nos ha tocado vivir.
Es el rostro
del desamparo. Una cara que aquí en Buenos Aires me ha tocado ver. Expresión
que ya he conocido en otras latitudes y circunstancias. Mirada perdida,
desánimo extremo… abandono. Falta de iniciativa para luchar por una vida mejor.
Es contemplar un muerto en vida. Es saber que se está solo y el mundo te ha
dejado de ver. La pobreza es parte de una escenografía que no reclama, solo
crece de manera exponencial.
¿Hasta
dónde?
¿Hasta
cuándo?
¿Cuáles son
las acciones que debemos tomar para evitarla?
¿Qué hacer
para ponernos de acuerdo y oponernos?
¿Es más
problemático el cambio climático o la pobreza?
¿En qué
tema se pone más en riesgo el futuro?
Estando en
Argentina nos hemos enfrentado con una cadena de reacciones, luego del arribo
de Mauricio Macri a la escena del poder. El hombre llegó a apagar fuegos y
encender otros. La economía estaba hilvanada con lentejuelas de ilusión. Una
paridad ficticia, inflación irreal, bienestar utópico, nulo crecimiento.
Descrédito internacional. Impago. Todo junto.
La sociedad
argentina vive del eterno sueño que algún día llegará un mesías a conducirlos
directo a las nubes.
Juan
Domingo Perón, Evita… Néstor Kirchner, Cristina…
Enviados
del cielo ante un abismo de esperanzas que pesan como un fardo con el paso del
tiempo.
Cada vez
más lejanas; tal vez irrisorias.
En
Argentina, a diferencia de México, casi no hubo mestizaje. La conquista de
estas tierras se consolidó de manera sanguinaria. Los aborígenes a la llegada
de los españoles, fueron arrasados, masacrados y eliminados de manera
ignominiosa. Llegar aquí, es como alcanzar a Roma hace cincuenta años. Berlín
antes de la “gran guerra” o la Madrid del franquismo. La gente pobre aquí es
europea.
Aunque algo
de indio tienen algunos de los pobres que me ha tocado ver. Morovis, Pilaguas,
Tobus, Huichis. Chorotes, Chulupíes o Guaraníes.
Hombres y
mujeres raros a los ojos de los nuevos conquistadores.
Bien
podrían ser Otomíes, Totonacas y Mayas.
Pueblos que
ya han muerto, aunque no lo sepan.
Identidades
perdidas sin remedio. Pobres universales.
Despojados
de todo… increíble que todavía se advierta su mendicidad en la capital de la
“Tierra de la Plata”.
Estando
aquí, pensé en la pobreza. Me obliga a proyectar lo que será este fenómeno en
50 años.
¿Cómo será
el mundo en 2065?
Hordas de
seres penando, sin una solución a su existencia. Riqueza tal vez más
concentrada.
¿A dónde va
el género humano?
Entiendo
que en la historia siempre ha habido escasez, aunque ahora “escasez” se levanta
como si fuera un gigante por siempre dormido.
Ese que es
-de ya- un jinete apocalíptico.
Sólo hay
que verlo.
La nación
de los pobres es una nueva patria en la geografía.
Es una
tierra inhóspita aunque repleta.
Páramo
inconsciente que ignora su poder destructivo.
Bomba
humana más mortífera que si fuera nuclear.
Los pobres
deben ser rescatados antes que sea tarde.
No dejemos
de ver lo que ignoramos.
Seamos
sensibles a esta pandemia, antes que la peste nos alcance a todos.
Pobreza
como condición.
Pobreza
como origen.
Pobreza y
destino.
Forma
inaceptable… rechazo.
Y hoy te
invito a hacer lo mismo.
Ese
“purgatorio” creado por la insensibilidad humana.
Invento
demencial que carcome la esperanza.
Estando en
latitudes australes, veo a los mendigos porteños.
Son como
los de míos en México. Estos como los nuestros… Una misma nación.
¡Esa que
sin darnos cuenta puede ser algún día, la que domine la Tierra!
#UnidosPorLaVerdad
#revoluciondelintelecto
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